Dar con humildad.
Como es la humildad verdadera?
La humildad verdadera no encoje ni acompleja, convirtiendo al hombre en pusilánime, cobarde o perezoso. Si conoce sus limitaciones, conoce también sus posibilidades, que pueden crecer y multiplicarse con su ejercicio.
La humildad no es solo uno de los requisitos esenciales en la búsqueda De Dios, nos permite además ser conscientes de nuestra ignorancia y de nuestra impotencia por lo que es, sobre todo una señal de sabiduría. El hombre Sabio, aquel que tiene realmente algo que ofrecer, es siempre humilde y pretende enseñar algo, algo quiere obtener a cambio, y lo más frecuente es que desee veneración y admiración. Es un claro síntoma de que no es un hombre Sabio, de que es un ser inseguro, necesitado de que los demás justifiquen su existencia. Solo se puede dar humildemente; el que da orgullosamente no está dando, vende, engaña y soborna, sin ser necesariamente consciente de ello.
Una persona humilde es aquella que es consciente tanto de sus virtudes como de sus limitaciones, reconociendo y aceptando los éxitos y fracasos en igual medida. Los humildes no se sienten ni más ni menos que nadie, y se reconocen tal y como son. El humilde tiene una actitud activa frente los retos.
Cuento: Paseaban por un camino rodeado de olorosos árboles frutales, cuando el Maestro se agachó y cogió un fruto recién caído al suelo. Pronunció entonces estas palabras:
_Cuando una rama está cargada de frutos, su peso hace que se incline al suelo. Cuando nada tiene qué ofrecernos, permanece tiesa y altiva.
Moraleja: Cuando intentamos dar o enseñar estamos forzando las cosas; el don y la enseñanza verdaderos solo son posibles con la espontaneidad del no-esfuerzo. En el no somos quiénes damos: obramos como humildes mensajeros, como meros intermediarios De Dios, que es a fin de cuentas, quien dispensa toda enseñanza y todo don verdaderos. Amén 🙏
(56 cuentos para buscar a Dios de Julio Peradejordi).
“ El camino de la sencillez” de Julio Peradejordi.
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